Yo era. Yo fui.
Yo creí ser tu única salida. Y así sin avisarme, sin más despedida que el silencio, te fuiste. O quizás no te fuiste porque nunca estuviste conmigo.
Es extraña esa fascinación que me produce el sólo hecho de recordarte, todo lo que hacés está cargado de una cierta magia para mí... Es que sos todo lo que no soy ni querría ser nunca.
Y yo creyéndote mi complemento justo e irremplazable. Y vos dándome vuelta la cara así, sin más disculpas que tu sonrisa, ya liberada de mí.
A veces no sé si me reprimo o es que realmente no me importás...
¿Pero cómo no me vas a importar si sos tan especial, si con vos volví a creer?
Fuiste de esas personas que llegan en un momento en el que todo se está viniendo abajo, y reconstruyen un mundo, que vuelven a destrozar al marcharse. El mismo que intento reparar ahora. Sin vos. Y con esa tristeza dulce que tiene el otoño junto con la soledad, la dura soledad...
Voy a superarlo, lo sé, pero no puedo evitar preguntarme qué tan grande sería mi sonrisa si ahora en vez de estar escribiendo esto, pudiera estar esperándote ... Y al escribir esto casi veo la secuencia: el portero sonando - atiendo - nervios - mariposas en la panza - bajo - te veo - nos vemos...
Es que hay dolores más grandes, lo sé. Pero son pesadas las noches de tanto silencio, sin nadie con quién quejarse siquiera...